El duradero vínculo entre Marruecos y el Estado de Israel constituye un caso especial en el
marco de las relaciones internacionales en la región del norte de África y Oriente Medio. La
relación bilateral arranca con la propia génesis de los modernos Estados de Marruecos e
Israel en un contexto internacional marcado por la Guerra Fría, el fin del colonialismo
europeo y el conflicto árabe-israelí y se prolonga hasta nuestros días con solidez y bríos
renovados.
Los duraderos vínculos entre Marruecos e Israel se asientan sobre sólidas bases que tienen
que ver, por un lado, con una coincidencia geoestratégica de intereses y, por otro, con una
sólida red de vínculos humanos y culturales desarrollada que se analizarán en esta ponencia
desde un punto de vista teórico del realismo clásico.
En cualquier caso, desde el principio, la relación entre ambos países ha estado siempre
sometida a tensiones y crisis vinculadas a una constante: el conflicto palestino. Coincidiendo
prácticamente con las dos primeras décadas del reinado del actual monarca marroquí,
Mohamed VI, Israel y Marruecos no mantienen relaciones diplomáticas formales -aunque
los intercambios y la cooperación nunca desaparecieron.
Parte de una transacción triangular que comenzaba con el reconocimiento por parte de la
presidencia estadounidense (Donald Trump) de la soberanía marroquí sobre el Sáhara
Occidental, el proceso de normalización entre Marruecos e Israel iniciado en diciembre de
2000 con el restablecimiento de relaciones diplomáticas -y enmarcado en los conocidos como
Acuerdos de Abraham— no representa, en la hipótesis adoptada en esta ponencia, una etapa
sustancialmente nueva en las relaciones entre los dos países, pues ha de enmarcarse en un
proceso de continuidad histórica de intereses.
En cualquier caso, las autoridades marroquíes son conscientes de que la intensificación de
relaciones con Israel es impopular entre la opinión pública nacional, profundamente solidaria
con el sufrimiento del pueblo palestino. La ofensiva israelí contra Hamás en Gaza iniciada el
8 de octubre de 2023 ahonda, sin duda, en ese sentimiento de solidaridad y pone a prueba,
por un lado, la resiliencia de un sistema de corte autoritario como el presidido por la
monarquía de Mohamed VI y, por otro, la solidez de los vínculos diplomáticos, económicos
y en materia de seguridad entre Rabat y Tel Aviv.