La necesidad de avanzar hacia un modelo de Administración Pública deliberativa, capaz de pensar y dialogar, que habla y escucha, y que sabe cómo combinar deliberación con ejercicio de autoridad, hace de la inteligencia organizativa un valor público de primer orden (Brugué, 2009). Bajo este paradigma, en los últimos años, han surgido nuevas institucionalidades destinadas a crear espacios de encuentro entre ciudadanía, empleados públicos y decisores políticos que van más allá de la participación consultiva, propiciando prácticas de co-diseño de prototipos como antesala de la producción conjunta de políticas. Estos espacios, de muy distinta forma y naturaleza, se han denominado bajo la etiqueta amplia de laboratorios y tienen en común un fuerte contenido experimental. Esta ponencia se aproxima a un caso de estudio concreto: el proyecto Inteligencia Colectiva para la Democracia (ICD) celebrado en Medialab-Prado (Madrid) en noviembre de 2018, en el que personas de diferentes países y ámbitos trabajaron de forma colaborativa durante diez días en proyectos de innovación democrática. Mediante información primaria producto de entrevistas semi-estructuradas, grupo de discusión y observación participante, esta investigación indaga en a) el perfil y la motivación de los participantes; b) las dinámicas de grupo, su comunicación y la coordinación y distribución de tareas; y c) la naturaleza del diálogo establecido y la forma en la que se aborda las diferencias y se llega a arreglos y consensos. Todo ello, con el fin último de explorar sobre las causas que provocan, en última instancia, la creación de una inteligencia colectiva, como un un resultado distinto a la suma de inteligencias individuales.