Las organizaciones empresariales convencionales en España, es decir las asociaciones centrales y nacionales se han enfrentado en los últimos años a cambios significativos que cuestionan el monopolio de la representación. La emergencia de determinados colectivos empresariales que se organizan para defender sus interéses e influir en la opinión pública se produce tanto en la esfera nacional, como el ámbito autonómico. Asi mismo en serie de sectores estratégicos de la economía española se puede observar como parte de las elites empresariales sectoriales han orientado su actividad a la búsqueda de rentas en los sectores económicos más regulados por el poder público y se han organizado para defender sus intereses frente a la administración.

En este sentido, se han constituido asociaciones específicas, formales o informales o se han formulado comisiones o consejos de asesoramiento que buscan un canal directo de comunicación con los poderes públicos y que tratan de participar en la elaboración de la agenda política con puntos de vista diferenciados de las asociaciones tradicionales. Así mismo, organizaciones empresariales especializadas, como las Camaras de Comercio, que han sufrido un cambio significativo respecto al sistema de financiación, tratan de conseguir el monopolio de la representación, por ejemplo en la internacionalización de las empresas, expulsando a organizaciones más transversales.

La emergencia y consolidación de estos grupos de interés provoca fricciones y tensiones con las organizaciones empresariales tradicionales, más orientadas a la defensa de los intereses laborales, y a la participación en los mecanismos de concertación social. Se trata de identificar a través de una serie de indicadores el tipo de organización formulada, la autonomía y capacidad financiera, la transparencia de las actuaciones llevadas a cabo, los resultados obtenidos y la relación con otros interés empresariales.