Durante buena parte de nuestra democracia, el contexto político del País Vasco ha estado ineludiblemente marcado por la actividad de la organización terrorista ETA, no sólo en lo que respecta a su acción armada, sino también a su participación en la vida política, especialmente, a través de Herri Batasuna (HB). Sin embargo, tras el anuncio del cese definitivo de su actividad armada en 2011 y su disolución en 2018, se abre un nuevo escenario para la política vasca, pero todavía bajo el recuerdo del terrorismo de ETA. Sirva de prueba, el hecho que el coordinador general de Euskal Herria Bildu (EH Bildu), Arnaldo Otegui, había formado parte de la organización ETA político-militar y ETA militar, además de haber militado en HB, Batasuna o ser miembro de Sortu; o las críticas que arreciaron la campaña con motivo de las elecciones municipales de 2023 por la inclusión de 44 candidatos condenados por pertenencia y colaboración con ETA en más de 300 listas que esta formación política había presentado a los mencionados comicios en el País Vasco y Navarra.

No obstante, a pesar de la vinculación de EH Bildu con la desaparecida banda terrorista, los resultados electorales cosechados por la coalición en las distintas elecciones parecen ir en aumento. Aunque en las elecciones al Parlamento Vasco de 2020, EH Bildu recupera la representación que había obtenido en 2012, su presencia en el Congreso de los Diputados ha pasado de 2 diputados en 2015 a 6 en 2023, y las últimas Elecciones a las Juntas Generales del País Vasco le han permitido situarse como la segunda fuerza política, al lograr 51 de los 153 junteros.

En este contexto y gracias a un estudio realizado por el Equipo de Investigación de la Universidad de Santiago de Compostela (EIP-USC), el objetivo de esta ponencia es el de explicar los componentes del voto a EH-Bildu en las últimas elecciones al Parlamento Vasco (2020), prestando especial atención a su construcción emocional. Nuestra hipótesis de partida se asienta en la idea de que la incorporación del electorado más joven que apenas vivió y mucho menos recuerda la actividad armada de ETA supone un balón de oxígeno para EH-Bildu, ya que la ausencia de los asesinatos, secuestros o extorsiones perpetrados por la banda en su imaginario colectivo permite la expresión de emociones de carácter positivo hacia la formación política.