Las Fuerzas Armadas de Guatemala son empleadas ampliamente en emergencias civiles, para lo que cuentan con capacidades específicas y desempeña un rol central en el planeamiento de protección civil. Se suma ésta a una extensa lista de misiones impropias, donde el ejército se ha convertido en una administración comodín. En un país con grave riesgo de desastres naturales, una administración débil y un pasado pretoriano, la militarización de estas políticas es un rasgo indiscutible en el Estado guatemalteco. Este artículo analiza el marco político-institucional en el que se desarrollan estas misiones, explicando dichas capacidades militares y planteando, el último término, cómo la debilidad democrática guatemalteca junto con la militarización de amplios servicios públicos puede abrir paso al militarismo.