De la introducción de G. W. F. Hegel a sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, en la que despliega el concepto de espíritu para explicar el movimiento lineal y progresivo de la historia, es conocida su descripción como aquello que va conociéndose a sí mismo o cobrando conciencia de sí a través de distintas etapas en que se desarrolla la libertad de los individuos. Ese espíritu universal que recorre la historia es también el que induce a los grandes individuos históricos a realizar acciones o hazañas capaces de mover aquella historia universal hacia adelante o el que produce el surgimiento de los Estados, así como de las esferas sociales que les acompañan (la religión, el arte, la ciencia, etc.). Si atendemos a las diversas críticas que Rafael Sánchez Ferlosio dedicó a la filosofía hegeliana de la historia, observaremos que se caracterizan por el descubrimiento de un radical egocentrismo que lleva a los sujetos —individuales o colectivos— a ejercer una violencia extrema, gratuita pero ideológicamente justificada o disimulada. El concepto de «yo» y su reafirmación ocupan una posición central en esta historia de violencia o en esta violencia de la historia, tal como se desprende del artículo de Ferlosio, «Cuando la flecha está en el arco, tiene que partir», así como de su célebre libro de 1986, Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado. Esta ponencia pretende poner en conexión ese conjunto de tesis con la introducción de Hegel a las Lecciones, con el fin de desarrollar la posición de Ferlosio y presentar una crítica de muchísima relevancia para la filosofía de la historia, ya que cuenta con la originalidad de atacar no al movimiento de progreso sino a la idea hegeliana del espíritu, o sea, a su definición como aquello que alcanza su ser conociéndose a sí mismo, en un círculo egocéntrico que, con Ferlosio, podremos identificar como el ara sacrificial —y por tanto sangrienta— de la historia universal.