GT 1.5 Teleología histórica, ideologías, metarrelatos naturalizados y proyecciones políticas redentoras

Coordina:
Israel Arcos Fuentes (Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea)
Comenta:
M. Pilar Cizaurre Melado (Universidad Complutense de Madrid)
La Modernidad se ha caracterizado por poseer una fuerte impronta teleológica. Los ideales de emancipación humana, el saber o conocimiento de la totalidad de la real y perfeccionamiento moral, deudores de la Ilustración, se encontraban ligados a una estructura de la temporalidad concebida como progreso histórico, en la cual el futuro era divisado como el lugar de la redención y materialización de esos principios. La sucesión de cada uno de los estadios históricos era visto como la superación de los peldaños que, en una concepción del tiempo lineal, acercaban progresivamente a la humanidad a la consumación de la historia, realizándose así su finalidad. Ello se observa, primero, en la Filosofía y, después, en las ideologías que se desplegaron durante la Modernidad. En el caso de la Filosofía, tras el siglo XVII, siglo del vacío y de la incertidumbre, se gesta con la Ilustración francesa y, sobre todo, con la llegada del idealismo alemán esta teleología histórica, que quizá fue una respuesta al Barroco. Así, desde Kant, con su concepción de un estadio en la humanidad donde reinaría la armonía entre naciones, pasando por Hegel, de la mano de su teodicea histórica, o Comte, con sus tres estadios históricos, nos encontramos esa estructura teleológica en sus reflexiones. Lo mismo ocurre con las ideologías políticas que tuvieron sus momentos más álgidos a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX. Ya sea cierto liberalismo, el marxismo (que no Marx), el anarquismo o el nazismo se caracterizaron por la persecución de un fin en la historia que sería su consumación. Tanto unas doctrinas políticas como otras creían en un estadio final feliz para la humanidad, como fin de la política, desde sus diferentes cosmovisiones: para unos, una sociedad comercial cosmopolita; para otros, comunismo como estadio donde no habría explotación o una comunidad homogénea fundada en el mito raza. Y es que, para algunos, esta concepción de una temporalidad mesiánica, impulsada hacia el futuro para lograr la salvación, parece ya darse incluso en la cristiandad medieval en autores como Joaquín de Fiore; lo que para muchos sería una secularización de la escatología cristiana en el proceso de autoafirmación moderno. Sólo tras la tragedia de las dos grandes guerras mundiales y, sobre todo, con la llegada de eso que se denominó posmodernidad parece que la teleología histórica fue desterrada, tanto en la filosofía como en las ideologías políticas. La posmodernidad ha vivido en un eterno presentismo que ha venido acompañado por la caída de los grandes metarrelatos (Lyotard) sobre los que se sostenían las ideologías modernas. El siglo XX parecía haber mostrado que ninguna finalidad histórica debía sacrificar la dignidad de los humanos, convertirlos en medios para la consecución de una arcadia futura, ni arruinar su presente en base a esperanzas futuras idílicas. Sin embargo, incluso en eso que se ha denominado posmodernidad, muchos autores que se sitúan en una epistemología antifundacionalista, derribando los esencialismos y la racionalidad en la historia, han seguido creyendo en la necesidad de la esperanza por un mundo mejor (Rorty), o se han servido de las pasiones y del mito (que es el dispositivo canalizador de la proyecciones de las poblaciones por un futuro redentor que erradicaría las patologías sociales del presente) para construir lo político, caso, por ejemplo, de Ernesto Laclau y su operación populista. No obstante, la posmodernidad, o época más reciente, también puso de manifiesto de la mano de Fukuyama el considerar que la historia se había consumado en la receta de libre mercado más democracia liberal. Además el final supuesto de los grandes metarrelatos, de las ideologías, parece servir para esconder desde los años ochenta de una manera naturalizada la gestación de una racionalidad totalizadora que en ciencias sociales se ha denominado neoliberalismo, con unas consecuencias especificas en la configuración de la subjetividad y en las proyecciones vitales que efectúan los individuos. Son muchos los autores que han reflexionado sobre esta amplitud de cuestiones: Voegelin, Rorty, Schürmann, Löwith, Laclau, Koselleck, Schmitt, Taubes, Mouffe, Foucault, Dardot, etc. En este sentido, este grupo de trabajo posee una temática muy amplia, tratando de dar cobijo a propuestas muy variadas. Serán bienvenidos aquellos trabajos que analicen la estructura teleológica de las ideologías políticas modernas, estudien las filosofías políticas modernas que se ven atravesadas por la finalidad histórica, reflexionen sobre la necesidad en el presente de la noción de esperanza en política para proyectar un futuro mejor a pesar del riesgo del engaño, trabajen la cuestión del mito como catalizador de las frustraciones que poseen las poblaciones, reflexionen acerca de la naturalización de ciertas tendencias ideológicas, racionalidades o cosmovisiones que se presentan como único sentido común natural constriñendo subjetividades o piensen la necesidad de gestar o no nuevos metarrelatos para poder reflexionar horizontes alternativos frente a monolitos ideológicos que pretenden presentarse como única forma vital.
Programa:
Sesión 4, Sesión 4
Día: martes, 23 de julio de 2024
Hora: 09:00 a 10:45
Lugar: ALFONSO X (48)
Sesión 5, Sesión 5
Día: martes, 23 de julio de 2024
Hora: 11:00 a 12:45
Lugar: ALFONSO X (48)
Sesión 6, Sesión 6
Día: martes, 23 de julio de 2024
Hora: 15:30 a 17:15
Lugar: ALFONSO X (48)
Ponencias:
El carlismo frente a la democracia y la Segunda República: de como la Realpolitik transformó la teleología tradicionalista.
BOLCHEVISMO: LA ÚLTIMA RELIGIÓN POLÍTICA GNÓSTICA DE LA MODERNIDAD. UNA GENEALOGÍA DE LA IMPOTENCIA REVOLUCIONARIA.
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