Las desigualdades sociales, en aumento en muchos países y en especial en el nuestro, constituyen un serio obstáculo para el desarrollo económico y la estabilidad democrática en la medida en que dejan a sectores, cada vez mayores, de la sociedad en situación de exclusión o de exclusión extrema. Pilares básicos del Estado de Bienestar como la sanidad, la educación o la dependencia se ven afectados por las desigualdades y las inequidades en la prestación de los servicios y el acceso a los mismos por parte de los usuarios menos favorecidos, en tanto que los mecanismos de acceso, tanto físicos como virtuales, no se adaptan eficientemente a las necesidades y a las capacidades del conjunto de los usuarios. La introducción de las tecnologías digitales abre un nuevo escenario y una vía novedosa para avanzar en los procesos de reducción de la exclusión; aunque en algunos aspectos -como sabemos- han servido para aumentar y crear nuevas situaciones de vulnerabilidad y exclusión. Pero para que ello se logre se requiere, por un lado, que se eliminen las barreras de acceso a dichos servicios y que se haga un diseño inclusivo de las políticas sociales, adaptado a las necesidades de las personas usuarias; y, por otro lado, que los procesos de implementación de dichas políticas hagan un adecuado uso de las tecnologías de modo que se facilite la participación y el acceso del conjunto de la población en condiciones de igualdad. Es pertinente, por tanto, discutir y replantear los procesos de aplicación de las tecnologías emergentes en servicios como la sanidad, uno de los ámbitos de mayor impacto, pero también en la educación, la inclusión y la integración, la diversidad o la dependencia, y con tal propósito se plantea este grupo de trabajo, esperando recibir ponencias sobre la teoría y las prácticas en el diseño y la implementación de las políticas sociales y su relación con las TIC en sus diferentes manifestaciones.